lunes, 22 de junio de 2020

Llegó el coronavirus y dinamitó las listas de espera

Si hay un problema al que siempre se presta atención desde estas líneas es el de las listas de espera. Ya era grave en España de por sí, desde siempre y de forma estructural, aunque en unas regiones más que en otras. Y llegó el SARS-Cov-2 y arrasó con todo: con la salud de muchos de nuestros conciudadanos, con nuestra forma de vida, con parte de la economía y, entre otros muchos recovecos de nuestros sistema de salud, con las listas de espera. Operaciones quirúrgicas, pruebas diagnósticas, revisiones con especialistas…, todo, excepto lo de máxima urgencia, ha sido anulado o al menos sistemáticamente aplazado en el calendario. Había que enfocar todos los medios posibles hacia una lucha más grande y, además, había que evitar nuevas infecciones que pudieran darse en el entorno de los hospitales al acudir a ellos.

Como en otras ocasiones hacemos un pequeño viaje por España para ver qué cuenta la prensa. En Aragón la lista de espera quirúrgica se ha triplicado, y ya son 9.500 los aragoneses que esperan poder pasar por el quirófano. Están preparando un plan de choque que incluye, por ejemplo, el uso de los quirófanos por la mañana y por la tarde. Desde la oposición exhortan a la consejera a promover conciertos con la sanidad privada para reducir las listas.

Saltamos hasta Cataluña, donde el problema adquiere tintes de bastante gravedad. En realidad, en esta coyuntura, no se salva nadie. 70.000 catalanes han visto como su operación quirúrgica se veía paralizada. Esto va a hacer que las listas de espera pongan sus tentáculos en el año 2021. Hay preocupación por esto, pero lógicamente también por el posible rebrote de coronavirus en otoño, que no nos puede pillar con el paso cambiado como la primera vez.

Desde la ciudad burgalesa de Miranda de Ebro nos hablan de retrasos de entre 4 y 10 meses en las citas en su hospital. Desde Extremadura no dan datos concluyentes, y se limitan a decir que “han aumentado las listas de espera de forma importante”. Y finalizamos este periplo en las Islas Canarias, donde nos cuentan que en los últimos seis meses ya son 1.000 pacientes más los que esperan a ser operados. Toda esta información es suficiente para constatar que si ya teníamos un problema muy grave, en estos momentos es aún peor; aunque por necesidades del guión se hable menos de ello. Pero la realidad tozuda es que no solo fallece gente a causa del coronavirus.

Como bien dicen en ConSalud.es hablamos de un problema crónico en busca de soluciones urgentes. Nos recuerdan que los últimos datos que presentó el Ministerio de Sanidad, referidos a diciembre de 2019, cifraban en 705.000 los pacientes en espera de una operación quirúrgica. Mayor que la de un año antes. También había un incremento en el número de enfermos en listas de espera para ser atendidos en consultas externas. Da bastante miedo pensar cuáles pueden ser las cifras de 2020 si no se empieza a poner remedio ya. En sus declaraciones, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) pide un plan de abordaje del problema. Piensan que se puede usar el verano para recuperar parte de la actividad programada que se ha tenido que postergar. Y estiman que las listas de espera han podido duplicarse. Los sindicatos, por su parte, reclaman un aumento en las plantillas.

Desde el Sindicato Médico Profesional de Asturias (SIMPA) sí que se atreven a coger el toro por los cuernos y a hacer propuestas que funcione como plan de choque contra las listas de espera. Sin olvidar, claro está, que hay que seguir vigilantes frente al coronavirus. Dicen que las opciones son “aumento de la contratación, incremento de la jornada laboral o derivación a la concertada-privada”. Ellos consideran más viable a día de hoy la segunda opción, aunque está bastante claro que cuantos más medios pongamos sobre la mesa en pos de un objetivo común, más opciones tendremos de alcanzarlo. Tenemos los mimbres para hacerlo: hospitales públicos y privados. Pongamos todos los hospitales y el talento que albergan a trabajar, concertando la sanidad pública con los centros privados, para que todos ellos den servicio a todos los ciudadanos. Si algo ha demostrado la crisis del coronavirus es que todos los recursos son necesarios

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