lunes, 26 de febrero de 2018
Por qué el SNS no es sostenible por mucho que los políticos afirmen lo contrario
Ver a los políticos, como el ministro de Hacienda y la ministra de Sanidad, defender o asegurar que el Sistema Nacional de Salud es perfectamente sostenible, cuando los datos de las listas de espera no descienden al nivel que debería suceder y la cronicidad del paciente no para de crecer (somos más viejos), es refrendar que viven en una realidad paralela donde la venda que les tapa los ojos no les deja ver la realidad. Pero, claro, ellos son muy libres de decir lo que quieran aunque no lo piensen o sí lo piensan, lo que es peor.
Cierto que tenemos un buen sistema sanitario, eso es una evidencia, pero las listas de espera no son asumibles, ni el tiempo que tardan en citarte para poder visitar a tu médico. Que luego quieran achacar, por otro lado, a que no se destina, por parte de las CCAA el dinero suficiente a las necesidades sanitarias locales, por los recortes financieros, se nos olvida que los Presupuestos Generales del Estado aún no han sido aprobados y que las inversiones necesarias a realizar aún andan en duda porque no se sabe cuánto se podrán llevar a cabo (parece claro que los sanitarios sí verán subidos sus sueldos, algo necesario tras la congelación de los últimos años).
Si ese dinero que falta y que muchos políticos dicen que no se destina a la sanidad pública y se van a la sanidad privada, lo cual habría que matizar, se caen por su peso cuando la privada atiende a los pacientes de urgencias en menos de 30 minutos, por ejemplo. ¿Qué pensar del tiempo de espera en un hospital público? ¿No nos daría por pensar que si ese paciente ve que en la privada le van a atender más rápido, si puede escogería ir allí o que le derivaran a ese hospital? Ahora mismo se resume en una situación de libre elección para quien pueda permitírselo, ¿pero no penséis que aquellos hospitales "concertados" de atención pública y gestión privada si tienen más huecos libre para atender, no les llevarán a esos pacientes con necesidades para no tener que esperar tanto en ser atendidos? ¿O es mejor dejar que las urgencias se colapsen, como pasó en los hospitales en Navidad? Y esa saturación crónica de los servicios de urgencias se deben, entre otros factores, por escasez de personal sanitario, de recursos materiales limitados e insuficientes, por falta de camas disponibles para ingresos, por una planificación deficiente, con circuitos asistenciales mal diseñados, instalaciones reducidas, inadecuadas u obsoletas, etc... ¿Eso es la viva imagen de un sistema sostenible? En fin.
Está claro que el mejor legado que podemos dejar para las futuras generaciones es la sostenibilidad del sistema sanitario y que para ello se deben cambiar muchas cosas (quizás, el modelo de compras de la sanidad pública debería cambiar, si eso demuestra un considerable ahorro de costes y su inversión en otras partidas necesarias), como que no haya que poner trabas a que los médicos compaginen asistencia en sanidad pública y sanidad privada para no dejar ciertas localidades sin médicos, que es algo que el sistema debe empezar a pensar.
Como se puede ver, muchos frentes, muchas cosas que pensar, y un sistema sanitario en España con una clara realidad: demasiados clavos que apuntalar para decir que sí es sostenible... y de forma tan tajante.
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