Ya comentábamos en el
anterior post cómo los partidos políticos, en su afán de ganar la carrera
electoral del próximo 28 de abril, no dudan en hacer promesas sobre nuestra
Sanidad que, a la vista de lo ocurrido en los últimos años, no tienen visos de
cumplirse. Hablábamos también de cómo determinadas formaciones han decidido
demonizar la palabra “privado” y condenar todo lo que de ello deriva, aunque
esto sea positivo para el ciudadano. En Andalucía hemos tenido un caso claro en
las últimas semanas. El fraude
en las listas de espera andaluzas ha sacada a la luz la
manipulación política de la Sanidad en esa Comunidad Autónoma, minimizando las
cifras de pacientes a la espera de ser tratados con el único fin de continuar
aferrados a un cargo en la Administración Pública. Que no se nos olvide que
bajo esas cifras, maquilladas en beneficio de la manipulación, hay seres
humanos, personas que esperan con ansia una operación que no llega por razones
nada que ver con la medicina.
Una de las soluciones
aportadas por el actual partido en el gobierno andaluz ha sido la de derivar
pacientes a la sanidad privada para aligerar las listas de espera. La medida ha sido criticada hasta la saciedad por PSOE y Podemos,
aludiendo a los supuestos intereses económicos del Partido Popular a la hora de
mandar pacientes hacia hospitales privados. Estos partidos, empeñados en seguir
demonizando la que a todas luces es la mejor solución posible al drama andaluz,
evitan mencionar en sus discursos el fraude del PSOE y de los miles de
pacientes afectados para arremeter únicamente contra la derivación de los
mismos hacia la sanidad privada, algo del todo incomprensible.

En las facultades de
periodismo suele alertarse a los alumnos del peligro de publicar informaciones
provenientes de una fuente interesada. Parece que en el medio de comunicación
no han tenido en cuenta esta enseñanza y han decidido propagar una información
errónea para denunciar un presunto sobrecoste que, a juzgar por los datos
oficiales, no existe. Es necesario destacar que el informe previo de la Cámara
de Cuentas de la Comunidad de Madrid disparó
todas las alarmas entre los gestores de los hospitales de la red pública debido a su elevado número de inexactitudes. De hecho, los propios
redactores del documento señalaron antes de su publicación que no se daban las
condiciones oportunas para conocer el gasto real incurrido por los hospitales
del SERMAS en ese periodo y que, además, era imposible dar con una cifra
aproximada puesto que el sistema de contabilidad analítica empleado en los
centros está anticuado y no es fiable.
El documento previo,
además, se empeña en comparar cifras entre hospitales sin tener en cuenta
sus diferencias, algo que clama al cielo puesto que las características de
la población y los diferentes modelos de gestión imposibilitan una comparación
de este tipo. Lo peor de todo es que, si estas comparaciones erróneas se
hubieran tenido en cuenta, el flujo de recursos a determinados centros estaría
en completo peligro solo por el hecho de haber homogeneizado prácticas y
modelos de gestión que hay tratar de manera individualizada.
Como sucede con la
publicación de cualquier documento oficial, la elaboración de los datos suele
pasar varios filtros antes de ser transmitida públicamente. De esta manera, el
ciudadano conoce la verdad de cuanto sucede a su alrededor sin que haya lugar a
confusiones derivadas de fallos de cálculo o definiciones mal planteadas, como
es el caso expuesto anteriormente. ¿Imaginan que el informe sobre un
medicamento llegara al ciudadano con errores en cuanto a sus efectos? Sería un
escándalo y plantearía un auténtico caos. Aunque el ejemplo es, quizás,
exagerado, sí nos sirve para comprender la necesidad de que, en un organismo
público, varios responsables filtren y analicen los datos proporcionados en un
informe de envergadura y que determina el flujo de recursos a nuestros centros
hospitalarios. Esto es, precisamente, lo que hizo la Cámara de Cuentas al
estudiar las alegaciones que los gestores de los centros plantearon sobre el informe
inicial.
El informe definitivo de la Cámara de Cuentas que valida las alegaciones de la Fundación Jiménez Díaz que, además, es el centro hospitalario del grupo III (alta complejidad) que presenta un gasto más bajo, no ha sido tenido en cuenta por Eldiario.es, que ha decidido publicar la versión errónea con el único objetivo de confundir al ciudadano y efectuar denuncias infundadas. Lo peor no es, sin embargo, que un medio de comunicación publique informaciones interesadas. Lo verdaderamente lamentable es que Podemos y PSOE, partidos que aspiran el próximo 28 de abril a representar a todos los ciudadanos, se hagan eco de informaciones que un organismo oficial ha certificado que son falsas. ¿En qué manos estamos? En las mismas que maquillan cifras en listas de espera, esas a las que no le importa el bienestar del paciente y que prefiere manipularlo por un claro beneficio propio. Así nos va.
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