Esta semana llegó a los medios un análisis que destaca que la Fundación Jiménez Díaz es el centro preferente de los madrileños. No es la primera vez que el hospital aparece en los primeros puestos en las clasificaciones de centros punteros pues, a decir verdad, es todo un ejemplo de cómo la colaboración efectiva entre el modelo público y privado puede dar lugar a acuerdos beneficiosos para el ciudadano. Madrid, como bien pone de relieve este artículo, es una de las regiones que proporciona al ciudadano el derecho a escoger su centro sanitario de referencia.
De las 130.783 solicitudes de centro de referencia que se llevaron a cabo en la Comunidad de Madrid en 2017, un 42% se dirigieron a la Fundación Jiménez Díaz. Resulta cuanto menos interesante la tabla clasificatoria que muestra cómo, de entre los centros de alta complejidad, el Hospital de La Paz es el que mayor pérdida de pacientes registra. Los problemas del centro en los últimos años, cuyo servicio de urgencias ha sido denunciado por médicos y por pacientes por el penoso trato al ciudadano y la falta evidente de camas, han lastrado la imagen de la que un día fuera punta de lanza de la sanidad madrileña.
Es más que probable que el principal motivo que ha llevado a los ciudadanos madrileños a escoger la Fundación Jiménez Díaz como hospital de referencia sea su demora mínima en las listas de espera. El que, a todas luces, es hoy el mayor problema de la sanidad, se ve reducido en el centro de colaboración público-privada, donde la demora media quirúrgica es de 11,78 días, 50 días menos que la media en Madrid.
En el panorama actual, en el que la falta de acuerdo entre los políticos para formar Gobierno amenaza con retrasar las necesarias medidas que requiere el sector sanitario, los ciudadanos requieren de soluciones, propuestas concretas y del día a día que, más allá del discurso de estrado, aporten mecanismos al paciente para solucionar sus problemas. Son urgentes medidas en la Atención Primaria que acaben con el colapso en los centros y las listas de espera, así como decisiones que alivien la presión de nuestros doctores, saturados por la carga de trabajo.
La colaboración público-privada, tan denostada por algunos políticos, es a día de hoy una solución firme problemas a los que, por lo menos de momento, nuestros representantes no están dedicando el tiempo suficiente. Los pocos minutos dedicados a la Sanidad durante el debate de investidura celebrado esta semana no hacen más que demostrar que el sistema está, de momento, lejos de poner freno a sus principales males. Esperemos que esto cambie.