Hace un par de semanas expertos de diversas empresas del sector hospitalario estuvieron intercambiando ideas sobre la colaboración público-privada y sobre el futuro de la sanidad privada en la provincia de Alicante, en el marco del II Foro Económico organizado por el diario El Español en dicha provincia.
Todos los expertos coincidieron en “la importancia de la colaboración público-privada para mejorar la sanidad en España” y, por supuesto, en la propia provincia de Alicante. Se habló de los cambios de hábitos de muchos pacientes que se acercaron a la sanidad privada a raíz de la pandemia, y del aporte que la colaboración público-privada puede tener para reducir las listas de espera.
Es interesante que dicho encuentro haya tenido lugar en la Comunidad Valencia, región en la que, como ya se ha comentado aquí, está atravesando una curiosa situación. Por un lado se están revirtiendo los acuerdos de colaboración público-privada que existían, mientras por otro se está recurriendo a la sanidad privada, como única salida para aliviar las listas de espera. Es decir, se quiere mantener una decisión política a pesar de que las cifras dicen que ha tenido un coste para las arcas públicas, y a la vez se paga el gasto adicional de hacer derivaciones a la sanidad privada
Desde ayer jueves, en el Diario Levante se puede leer: “Sanidad mandará a la privada otras 15.000 resonancias más al año tras revertir el servicio”. A día de hoy la lista de espera en algunos departamentos de salud de la Comunidad Valenciana para hacerse una resonancia puede llegar a los 8 meses, de ahí la decisión. La paradoja es que aumentan la dependencia de la sanidad privada dentro de un marco en el que pretenden, teóricamente, reducirla.
Parece que ha sido mala idea continuar con el proceso de reversión de las colaboraciones en un contexto en el que la sanidad valenciana, como todas en España, aún arrastra unas listas de espera “inflamadas” por el efecto de la pandemia. Pero la peor idea de todas es renunciar a acuerdos de colaboración público-privados, con la gestión indirecta de centros hospitalarios, y cambiarlos por un rosario de derivaciones a la sanidad privada. Lo inteligente sería intentar que los valencianos aprovechen todos los recursos sanitarios a su alcance, pero de la forma más racional posible.