jueves, 29 de agosto de 2019

Soluciones urgentes para el drama de las listas de espera

Las listas de espera son un problema acuciante en la Sanidad Española. Con frecuencia, la demora en la atención a los pacientes ocupa titulares de prensa y quejas en las redes sociales, y no sin motivo. Acudir a un especialista es una tarea harto compleja en nuestro sistema sanitario y la demora quirúrgica mantiene a muchos ciudadanos hastiados y con la incertidumbre de saber cuándo podrán ser operados de sus dolencias. 

A propósito de su toma de posesión, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmó en varias entrevistas que la Sanidad sería una de sus prioridades. Tomando, quizás, como referencia el modelo andaluz, donde el actual consejero ha reducido significativamente la espera, Ayuso ha prometido que sus únicos recortes en el sector sanitario afectarán a las demoras y serán en beneficio del ciudadano. Si esto se cumple, el modelo madrileño continuará siendo una referencia a tener en cuenta por otras regiones que deben tomar nota de cómo nuestros líderes políticos tienen la responsabilidad de aprovechar todos los mecanismos a su alcance para mejorar la situación.

En lo que se refiere a las listas de espera en Madrid, los últimos datos muestran que, como no podía ser de otra forma, hay margen de mejora en cuanto al tiempo de demora. De sobra es conocido el éxito de hospitales de colaboración público-privada, como la Fundación Jiménez Díaz, que lleva tiempo liderando el ranking de hospitales con menor lista de espera quirúrgica en Madrid. Mientras numerosos hospitales regionales de gestión pública acumulan tiempo de espera, el centro hospitalario de gestión compartida es alabado por reducir sus cifras.

En julio fueron 70.905 pacientes los que engrosaron las listas de espera quirúrgicas, una cifra que se incrementa cada verano en la Comunidad de Madrid. El pasado año, mientras la etapa estival incrementó la espera quirúrgica en la región, hospitales de gestión privada de la red madrileña reducían sus listas mientras la demora para intervenciones seguía aumentando en la sanidad pública.



También ha aumentado este verano, a tenor de los datos, la lista de espera para pruebas diagnósticas así como los que esperan para consultas externas.




De entre los hospitales de alta complejidad, la Fundación Jiménez Díaz es uno de los más eficientes tal y como demuestran las últimas clasificaciones. Si hacemos una rápida búsqueda en el centro hospitalario veremos, por especialidades, como la demora para operar no llega a los 30 días en ninguno de los casos:



En nuestra región, según los datos mostrados en la primera tabla que hace referencia a los hospitales públicos, más de 7.000 personas esperan entre 90 y 180 días para ser operadas; más de 58.000 aguardan más de 90 días para pruebas diagnósticas y hay más de 147.000 pacientes a la espera de una primera consulta durante más de tres meses. ¿Es esto un sistema envidiable?

El SNS debe reforzar sus colaboraciones y acudir a mecanismos que ya han demostrado ser exitosos para ayudar a aquellos pacientes que aguardan con ansia una operación o una primera consulta. Habrá que estar pendiente a las medidas de Ayuso y comprobar si, como dice, realmente comienza atajando esta lacra en nuestro sistema sanitario que los pacientes no deben soportar un minuto más.

viernes, 16 de agosto de 2019

Año y medio para recibir un diagnóstico

El pasado fin de semana la edición valenciana de el diario El Mundo daba una noticia cuyo titular era imposible no comentar: «Cita con el neurólogo en la sanidad pública: pásese en año y medio». Tras haber solicitado una consulta el pasado 3 de julio, un paciente de Vinarós ha sido citado el 4 de noviembre de 2020. Las listas de espera son, sin duda, una de las peores enfermedades de cuantas hoy tiene nuestra preciada sanidad pública. A la cabeza unos años atrás, el sistema en otro tiempo puntero no para de llenar titulares debido a su retraso en la citación de pacientes y a las condiciones laborales de los facultativos. Desde que comenzó el verano, sin ir más lejos, se cuentan por decenas los titulares en prensa que hablan de la falta de camas en las urgencias de cada ciudad española. 

El caso que pone de manifiesto El Mundo habla de un paciente que tendrá que esperar un año y cinco meses para conocer el motivo de su dolencia. Definitivamente, no se puede alardear de la Sanidad Pública cuando tenemos pacientes relegados a la última fila y pensando en cuáles son las causas de su malestar hasta que el sistema se decida a tratarles. Como dice la noticia del periódico nacional, el argumento esgrimido por el centro hospitalario de Castellón para semejante lista de espera es la “falta de personal y la saturación de los servicios que, según la dirección, trabajan por encima de sus posibilidades”. 

Las especialidades con mayor lista de espera, reza el artículo, son Neurocirugía, Cirugía Pediátrica, Cirugía Torácica, Cirugía Plástica, Traumatología, Cirugía Maxilofacial, Cirugía Vascular, Urología, Otorrinolaringología, Ginecología, Cirugía General y Oftalmología.

Otro de los problemas que quizá pasa desapercibido para el ciudadano es la dificultad de conocer la realidad de las listas de espera. Además de las personas que esperan para ser operadas existen cientos más que todavía no han visto por vez primera al especialista. Estas personas, al no haber recibido el diagnóstico, no entran en las listas de espera publicadas por cada región, por lo que los datos en este sentido no son siempre los que se nos muestran. 


Precisamente en la Comunidad Valenciana la entonces consellera, Carmen Montón, aseguró que acabaría con todos los conciertos público-privados para devolver la sanidad a lo público. La decisión, muy bonita en el discurso, no ha tenido el efecto deseado para ninguna de las partes. La reversión del Hospital de Alzira, que obedeció a una decisión más política que social, ha tenido un efecto del todo negativo para los pacientes que, a fin de cuentas, son los únicos que importan en la Sanidad Pública. 

El centro hospitalario ha aumentado sustancialmente las reclamaciones recibidas y los profesionales han hecho algo nunca visto en el hospital: manifestarse para reivindicar mejores condiciones. La Administración, que se gastó una millonada en despidos improcedentes tras la reversión, no tuvo en cuenta las necesidades reales del ciudadano a quien, a fin de cuentas, tan solo le importa recibir un buen diagnóstico y en un periodo de tiempo aceptable. 

A pesar de las demoras y los malos datos, el caso Alzira sigue siendo vendido como un éxito por aquellos que se empeñan en defenestrar los convenios a toda costa. Convenios que habría que recordar existen con el único objetivo de implementar el SNS y mejorar la calidad de atención al paciente. Puede que, cuando aquellos que defienden este tipo de decisiones se percaten de cómo han contribuido a llevar a la ruina a un modelo puntero, sea ya demasiado tarde.