viernes, 23 de octubre de 2020

¿Es necesaria una auditoría de la gestión de la lucha contra coronavirus?

La verdad es que empiezan a ser muchas las voces cualificadas que dicen que sí, que no solo es necesaria, sino que es imprescindible y urgente. Una auditoría, por supuesto, científica y técnica, no política, llevada a cabo por expertos independientes, y realizada con el afán de saber qué se ha hecho bien, qué se ha podido hacer mal y, muy especialmente, qué se podría mejorar a partir de ahora. Porque, lamentablemente, esto no se ha acabado. Ni mucho menos.

Peticiones de este tipo ha habido varias a lo largo de los últimos meses. Una de la más reciente viene firmada por los médicos, concretamente por la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme). Aunque reconocen que el plan de Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de Covid-19, actualmente un documento aún en borrador, está más elaborado que planes anteriores, consideran que debería haber sistemas de auditoría externa que analicen las medidas tomadas y aporten mejoras hacia el futuro. Vamos, lo lógico.

Recordemos que este documento (intentaremos hablar más despacio sobre él cuando se presente la versión oficial) presenta cuatro niveles de riesgo diferentes (más un quinto escenario en el cual las cosas van razonablemente bien). Desde Facme piensan que las autoridades autonómicas y/o municipales deberían ser las encargadas de adaptar a sus territorios las medidas propuestas.

Paradójicamente el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ante la que ha sido la petición de auditoría que más eco ha recibido, ha mostrado su “buena predisposición” a realizarla. Estamos hablando de la carta publicada en la revista The Lancet donde expertos españoles y de otros países, a los que se sumaron numerosas sociedades científicas, pedían una "evaluación independiente e imparcial" de la labor realizada tanto por el gobierno central como por los 17 gobiernos autonómicos. Uno de los firmantes de la carta, Joan Carles March, ha dicho que sería muy importante no solo para afrontar la situación actual, también para prepararse contra futuras pandemias.

Se quieren evaluar muchos aspectos, no solo sanitarios; también las circunstancias sociales y económicas que han podido influir. Por desgracia, encabezamos muchos rankings negativos: somos el peor país en aprovechar la colaboración de la sanidad privada, en julio un informe de la Universidad de Cambridge calificó nuestra gestión de la primera ola como la peor de la OCDE y actualmente estamos presentando cifras críticas en la segunda ola. No es demasiado consuelo ver que muchos otros países europeos también van a peor. Hay mucho, demasiado por evaluar.




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