Existe la creencia falsa y extendida de que
todo servicio gestionado por una entidad privada es malo. Sin ni siquiera
pararnos a pensar en quién o quiénes lo gestionan, determinados políticos están
llevando a los ciudadanos a demonizar todo aquello que vaya acompañado del
sustantivo “privado” o “concertado”, como si quien hace uso de este tipo de
servicios estuviera traicionando al resto de compatriotas. Precisamente esto es
lo que está ocurriendo con PSOE y Podemos, partidos que, en su defensa a
ultranza de la gestión pública, parecen obviar
los problemas que nuestra Sanidad acarrea desde hace ya largo
tiempo.
Leyendo algunos titulares en prensa sería
necesario preguntarse: ¿Qué es lo realmente importante? ¿No es crucial que los pacientes con cáncer reciban la atención
psicológica que necesitan y para la que muchos hospitales
no tienen medios? ¿No es, acaso, de vital importancia que nuestros mayores sean
atendidos a la mayor brevedad en las consultas de atención primaria? ¿Y que las
embarazadas, sean del país que sean, reciban la atención que merecen en
cualquier etapa de la gestación?
La saturación de las urgencias, las listas de
espera para operaciones y consultas especializadas, el estrés de los
profesionales sanitarios y otros males que acechan a la Sanidad Pública están,
poco a poco, mermando un derecho de todos que cada día está más limitado. Los
ciudadanos esperan soluciones, pero a los políticos de turno se les llena la
boca con promesas que nunca se cumplen y con discursos cargados de ambigüedad
que no proporcionan solución alguna..
El futuro se antoja interesante en cuanto a
avances médicos y España debería estar preparada para afrontarlos, para brindar
a la población la atención que se merece. ¿De verdad es tan importante de dónde
provengan los fondos? ¿Acaso la Fundación Jiménez Díaz, destacada en múltiples ocasiones
por su excelencia, no debe ser un hospital a tener en
cuenta por el mero hecho de no estar gestionado al 100% por manos públicas?
Cuando algunos partidos hablan de recuperar la
Sanidad parece que tienen la solución mágica al actual caos del sistema, como
si el dinero pudiera brotar de repente y los errores del entramado sanitario
pudieran arreglarse con un par de decretos o con mayor porcentaje en los
Presupuestos Generales. En realidad, lo que PSOE y Podemos quieren trasladar
con ese eufemismo de “recuperar la sanidad” que tanto utilizan en sus campañas
electorales no es otra cosa que su intención de dotar al sistema de mayor
intervencionismo político, que es precisamente lo contrario que necesitamos en
estos momentos.
Cuando estos partidos lanzan argumentos en
contra de la gestión privada de ciertos servicios público no están más que
instrumentalizando el discurso, introduciendo en él mucha ideología pero
ninguna solución coherente. Basta ya de politización de la Sanidad. Los
ciudadanos no quieren soflamas sin sentido sino soluciones, menos listas de
espera y una atención médica de calidad. Y eso, por el momento, se está
haciendo esperar.