jueves, 14 de febrero de 2019

Nuestros médicos no aguantan más


En las últimas semanas hemos sido testigos de cómo profesionales de diversos puntos de España han demostrado a través de huelgas y protestas que nuestro sistema sanitario vive una enfermedad crónica cuya recuperación se antoja difícil. Los médicos y enfermeros están indignados, y con razón, porque a pesar de sus conocimientos y profesionalidad los pacientes del Sistema Nacional de Salud no reciben la atención que merecen. Poco tiempo de consulta en Atención Primaria, escasez de recursos y bajas de facultativos no cubiertas son algunos de los males que afectan al sistema y que se están prolongando demasiado en el tiempo.

Todo esto tiene varias consecuencias. Los recortes salariales a médicos y enfermeros a cuenta de la crisis económica han producido que los médicos españoles sean los que más emigran para desarrollar su trabajo fuera de nuestras fronteras. Es de admirar el tesón de nuestros sanitarios, que están saliendo a las calles para recuperar los derechos perdidos. «Nos están maltratando», afirmó uno de los asistentes a las concentraciones de la semana pasada en Castilla y León. Lo peor, es que también están maltratando al ciudadano. 


Sin menospreciar la precaria situación de nuestros profesionales — no olvidemos que son ellos los principales garantes de nuestra salud y bienestar— la falta de inversión en el sistema perjudica directamente al paciente, a cuyos problemas se le presta cada vez menor atención. Precisamente un diario generalista dedicaba un artículo esta semana al futuro del sector sanitario, que actualmente no está preparado para hacer frente a los cambios demográficos que está experimentando nuestro país. En concreto, el medio aseguraba que el sistema continúa anclado en el pasado, orientado a la atención de pacientes con una sola enfermedad, «cuando el patrón dominante es el de un paciente crónico aquejado de varias patologías a la vez». 

Es urgente que el sistema se modernice y que la inversión vaya encaminada a mejorar la situación de nuestros sanitarios así como el equipamiento de centros de salud y hospitales, condiciones indispensables para que los pacientes tengan la atención que merecen. Parece que, si nadie interviene, el SNS está abocado al fracaso puesto que las soluciones planteadas no son, ni de lejos, suficientes para mejorar el panorama actual. Un ejemplo claro de esto es lo ocurrido con el Hospital de la Ribera, en el que los problemas se han incrementado notablemente tras la reversión. Tras nueve meses de gestión pública directa, la lista de espera quirúrgica sigue aumentando, pasando de 44 días en 2015 a 63 días según los últimos datos de 2018. La consellera de Sanidad, Ana Barceló, debería aportar soluciones concretas para reducir la demora, algo que no parece que vaya a suceder a corto plazo. Una pena que un centro que funcionaba a la perfección esté ahora entrando en una situación de decadencia.

Si en los centros continúan por la senda de la protesta puede que, en algún momento, alguien despierte y se comiencen a tomar las medidas oportunas para paliar esta situación. Las soluciones, sin embargo, son urgentes y requieren de una fuerte inversión que demuestre que lo primero es el ciudadano. Seguiremos esperando.

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