miércoles, 29 de julio de 2020
Tras la primera oleada de covid-19, ¿han disminuido las listas de espera?
jueves, 23 de julio de 2020
Sobre mutualismo administrativo, coronavirus y listas de espera
Llama la atención que en el momento en el que todos nuestros esfuerzos deberían centrarse en reforzar nuestra sanidad, contra la más que previsible segunda ola del coronavirus surja, cual serpiente de verano, un debate diferente. La duda con la siguiente oleada del SARS-CoV-2 es si llegará en otoño, si la estamos viviendo ya con los rebrotes que vemos a diario y la situación en Aragón y Cataluña… O, hay un tercer escenario: que no llegue nunca como tal, pero permanezcamos en la coyuntura actual, detectando rebrotes y apagando fuegos muchísimo tiempo, pero sin que se nos vaya de las manos.
Por eso sorprende que justo en estos momentos, desde el Ministerio de Sanidad, tal y como se plasma en un documento denominado "Transformación del Sistema Nacional de Salud en la era post-COVID 19", se ponga en entredicho el modelo que representan MUFACE y las otras mutualidades. Prescindir de ellas se traduciría en que, de un día para otro, la sanidad pública tendría que atender a cinco millones de personas más, con el consiguiente impacto en su funcionamiento y, especialmente, en las listas de espera, ya especialmente trastocadas.
Desde el ámbito de la sanidad privada la Fundación ISIS apuesta por sumar esfuerzos. A día de hoy afirman que ya hay 8,7 millones de personas aseguradas, y eso sin contar los mutualistas, con el consiguiente ahorro para el sector público. Sobre el mutualismo administrativo nos recuerdan que es la opción elegida, con libertad, por el 84% de los funcionarios, su eficiencia y que "favorece el equilibrio entre el sistema público y el privado”.
Por su parte, desde el CSIF, la Central Sindical Independiente y de Funcionarios, han remitido una carta a Salvador Illa, transmitiéndole la inquietud que el mencionado documento de trabajo ha generado en los trabajadores públicos, y trasladándole que opinan que el mutualismo administrativo reduce además la presión asistencial en el sistema público de Sanidad.
Pero, ¿qué opinan los ciudadanos? Pues a tenor de los resultados de la encuesta elaborada por SIGMA Dos para la Fundación IDIS, alrededor del 70% de los interpelados piensan que el aporte de la sanidad privada es importante para reducir las listas de espera en operaciones quirúrgicas y pruebas diagnósticas, en particular, y para evitar que el sistema sanitario público se sature, en general. Un 77% de los encuestados afirman, también, que los recursos tecnológicos de la sanidad privada para la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades son buenos o muy buenos.
Es especialmente valorado como un punto fuerte de la sanidad privada sus menores tiempos de espera. También se ha preguntado, era lo procedente, sobre la labor que ha hecho la sanidad privada durante la crisis del coronavirus. Un 61,4% lo han considerado positivo.
A tenor de todo lo leído surgen varias reflexiones. Por un lado, si nos centramos en el tema de las mutuas, cuestionar el oportunismo de "sacar el tema" ahora, aunque sea un documento de trabajo. Y por otro, insistir en que lo más racional es siempre utilizar, es decir, poner al servicio de todos los ciudadanos, todos los medios, centros y personal cualificado que tenemos a nuestro alcance. Son mayoría los españoles que piensan que la sanidad pública y la privada tienen que colaborar para prestar una correcta asistencia a los ciudadanos. Pero es que ahora, para afrontar la crisis del coronavirus, que dista mucho de haber acabado, es más importante que nunca. Ejemplos de lo importante que es dicha colaboración los vemos a diario, y las trincheras son muchas, ya que hay que empezar a dar más peso a la prevención y a la Salud Pública, para detectar los probables casos cuanto antes, además de cuidar el frente asistencial.
martes, 7 de julio de 2020
Coronavirus: Los resultados finales del estudio de seroprevalencia no dejan sorpresas
A lo largo del día de ayer fueron presentados los resultados de la tercera ola del estudio de seroprevalencia. Como reza el titular los resultados simplemente confirman, con ligeras variaciones, lo que ya sabíamos a tenor de lo revelado en las anteriores oleadas. Sirva como resumen comentar que el 5,2% de la población española en general tiene anticuerpos contra el coronavirus, mientras que en el caso de los trabajadores sanitarios la incidencia alcanza al 10% del colectivo. Estos datos van en la línea de los expuestos en las anteriores ocasiones.
Obviamente los resultados presentan sensibles variaciones si saltamos de una provincia a otra, ya que la prevalencia varía desde el 14% de la provincia castellana de Soria hasta el 1,2% de la provincia andaluza de Huelva. En el caso de la Comunidad Autónoma de Madrid nos estaríamos moviendo en la parte alta del ranking, ya que se estima que un total del 11,7% de la población madrileña ha generado anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
El estudio tiene algunos flecos interesantes, como que algunos positivos al test de anticuerpos en la primera ronda del estudio han dado negativo en la última oleada, concretamente un 14%. Esto, que en principio podría ser una mala noticia, es matizable, ya que según señalan algunos expertos este dato no tiene por qué significar, necesariamente, que se haya perdido la inmunidad. No obstante, los responsables del Instituto de Salud Carlos III, organismo encargado de la elaboración del estudio, piden prudencia a todos aquellos que hayan pasado la enfermedad, por si acaso no estuvieran totalmente exentos de volver a contraerla.
Ha coincidido la liberación de los resultados finales del estudio en la prensa generalista con la publicación de un paper sobre la primera tanda de datos en la publicación científica The Lancet (Es un PDF). La principal conclusión, tampoco es una sorpresa: con estas cifras estamos muy lejos de alcanzar la inmunidad de grupo. Algo que parece que solo conseguiremos si se logra sintetizar un vacuna adecuada.
Dada la situación, la resolución de la pandemia no va a llegar por la vía de la consecución de una inmunidad de grupo de forma natural, el único panorama posible pasa por, en primera instancia, no bajar la guardia durante el verano. Intentar mantener la situación lo más controlada posible, con intervenciones precisas en focos concretos, confinamientos muy selectivos y rastreo exhaustivo de los contactos de los casos detectados. Actualmente estamos viendo como hay en España más de 50 brotes en estudio y en dos de ellos, Lleida y Lugo, ha habido que confinar a los habitantes de una comarca dentro de los límites de la misma, y se está estudiando incluso, en el caso leridano, la posibilidad de tener que recurrir a la cuarentena domiciliaria, como en el pasado.
Esto ahora, pero a medio plazo hay que prepararse ante un más que previsible rebrote otoñal. Una segunda ola que, de producirse, se complicaría con la presencia de otras enfermedades infecciosas como la gripe. Para combatirla van a ser necesarios todos los medios a nuestro alcance. Tal y como hemos visto durante el pico epidémico ya superado la colaboración entre la sanidad pública y la privada no solo ha funcionado, sino que ha demostrado ser el único camino posible para no desperdiciar instalaciones sanitarias y talento profesional. No es momento ahora para tirar piedras sobre nuestro propio tejado; urge usar todos nuestros recursos para luchar contra la pandemia, ya que todo indica que van a ser más que necesarios.