Esta semana se pueden leer en prensa dos noticias cuya lectura conjunta no es precisamente complementaria, sino que resulta muy paradójica. Por un lado tenemos una cifra ciertamente de peso: son ya más de 115.000 los madrileños que han decidido cambiar de hospital para evitar las listas de espera que actualmente sufren. La importancia de este cambio estriba en que han decidido abandonar el que era su centro de referencia, “el que les corresponde”, (normalmente el más cercano a su domicilio), para empezar a acudir a uno de los cinco hospitales que a día de hoy son de gestión indirecta en la comunidad de Madrid.
Recordemos que actualmente un madrileño puede optar por elegir libremente en qué hospital quiere ser atendido, según lo estipulado en la la ley actual. Esta ley regula la libre elección tanto de médico de familia, pediatra y enfermero en la atención primaria, como como la del médico y hospital en la atención especializada, estando excluidas únicamente la atención domiciliaria y las urgencias.
Y no solo se pide el cambio de hospital debido a las listas de espera. Aunque sin duda sea la causa principal también hay otras, como el equipamiento tecnológico del nuevo centro elegido, el trato recibido o la efectividad de los tratamientos. Cabe destacar que el listado de menores listas de espera está encabezado por dos centros de gestión indirecta, como son el Hospital Universitario Infanta Elena y la Fundación Jiménez Díaz, con cifras muy inferiores a la media de todos los hospitales de la Comunidad de Madrid.
Como contraposición a todo lo relatado también podemos leer en prensa la noticia sobre la proposición no de ley presentada por el grupo Más Madrid, para su debate en la Asamblea de Madrid, que apostaba por poner punto y final al convenio que el Servicio Madrileño de Salud tiene a día de hoy suscrito con la Fundación Jiménez Díaz. La proposición también ponía en entredicho todo el funcionamiento actual del sistema de salud madrileño. Por suerte para los pacientes madrileños finalmente dicha proposición ha sido desestimada.
No está de más recordar que la situación actual, en la que conviven de forma satisfactoria cinco centros de gestión indirecta con el resto de los hospitales, de gestión pública, es la que ha propiciado la reducción de las listas de espera. Las cifras son mejores en los centros gestionados de firma indirecta y por eso los madrileños, ejerciendo su derecho a la elección de centro de atención especializada están optando por ellos para sucesivas consultas, tratamientos y operaciones.
El texto de la proposición no de ley ponía en solfa los convenios suscritos y la elección de centro por parte de los pacientes. Es muy curioso percatarse de que la propia proposición presentada por el grupo Más Madrid reconocía, dentro de los puntos de su argumentario, que la principal causa por la que los ciudadanos de la Comunidad de Madrid piden el cambio de Hospital, trasladándose en la mayoría de los casos a uno de los centros de gestión indirecta, es que en ellos las listas de espera son menores, sin entrar a profundizar en por qué, sin ver que la gestión es más racional y efectiva en dichos centros.
No acaban aquí las paradojas ya que la proposición también asumía que los hospitales de gestión indirecta son más recomendados por los pacientes, muestran unos mayores índices de satisfacción, lo que conlleva en una mayor fidelización de los usuarios. Por contra, algunos de los argumentos que ponían en contra de los convenios actuales son fácilmente rebatibles, como cuando señalaban que las carteras de los servicios de los hospitales de gestión indirectos son inferiores. Solamente hay que mirar las especialidades que ofrecen, por ejemplo, la Fundación Jiménez Díaz y el Hospital Rey Juan Carlos, para comprobar que esto no es cierto.
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