Es inevitable seguir hablando de la pandemia por muchos motivos. El primero, porque seguimos inmersos en la quinta ola con niveles de incidencia altísimos. El último dato recabado a la hora de escribir estas líneas nos habla de una incidencia a 14 días de 702 casos por cada 100.000 habitantes, tras una ligera subida. El ministerio de Sanidad ha notificado el martes, 27 de julio, 26.399 nuevos contagios por coronavirus y 55 fallecidos. Valga como ejemplo de la situación.
Está la preocupación y las consecuencias directas que causa la pandemia, suficientemente graves, pero están también sus consecuencias indirectas, que corremos el riesgo de arrastrar durante años, incluso cuando la pandemia de coronavirus remita. Hace una semana se comentaba en este espacio que la pandemia está agudizando el drama de las listas de espera en nuestro país, un problema estructural del sistema sanitario que no ha hecho sino empeorar. Pero no es el único: como cuentan en Redacción Médica, según un informe realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada cuatro ha renunciado a recibir asistencia sanitaria durante la pandemia.
Al parecer se trata de un problema generalizado en la Unión Europea y en otros países de la OCDE, con una media de un 22% de pacientes que no acudieron al médico, aunque en España esta cifra alcanza el 24,2%. Esto solo puede traer consecuencias negativas, en forma, por ejemplo, de enfermedades no diagnosticadas o diagnosticadas más tarde, lo que redundará en dolencias más graves y tratamientos más largos, cuando no en fallecimientos inevitables.
Sin lugar a dudas, todos estos problemas que venimos acumulando, sumándolos a las carencias estructurales ya existentes, tendrán que ser contempladas por los responsables de los 17 sistemas sanitarios españoles, el madrileño entre ellos, y tratados en jornadas como la que se celebró recientemente, organizada por el diario Información, con el título «El sistema sanitario en España en la era post covid-19».
En este evento, Juan Abarca, presidente de la Fundación IDIS, dio su receta para el futuro de un sistema sanitario español más equitativo, de calidad y eficiente, basada en cuatro puntos: Más inversión. Más digitalización. Más innovación. Y más colaboración público-privada. Muy probablemente todos los actores relacionados con la Sanidad, incluidos los responsables políticos, estén totalmente de acuerdo con los tres primeros de ellos. Por contra, cabe recordar que hay una formación política, Unidas Podemos, que quiere derogar la legislación que permite una fórmula de colaboración que, los datos lo indican, está funcionando muy bien: la gestión indirecta de hospitales de titularidad pública.
La opinión de Abarca es que la pandemia ha puesto en valor a la sanidad privada como complemento del sistema público. Han sido necesarios todos los recursos para dar una respuesta adecuada. A los problemas comentados en estas líneas hay que sumar el envejecimiento de la población o la cronificación de procesos, que van a hacer necesarios más recursos asistenciales. Abarca también recuerda que la sanidad privada tiene técnicas que no están en la pública, y que la colaboración público-privada permite ponerlas al alcance de todos los ciudadanos. Cualquier reflexión pausada que se haga al respecto, sin centrarse exclusivamente en motivaciones ideológicas, lleva indefectiblemente a la conclusión de que es el momento de sumar esfuerzos.