Ya en su primera oleada el coronavirus golpeó con muchísima dureza por toda Europa, pero nos quedamos con la sensación de que España e Italia absorbieron buena parte de ese golpe, quizás porque empezamos a sufrir primero. Pero sí es cierto que algunos países como Portugal y Grecia consiguieron, aunque sólo fuera parcialmente, sortear lo más duro del embate.
La segunda ola, por su parte, parece avanzar de forma inmisericorde, poco dispuesta a dejar a ningún país del viejo continente indemne. ¿Por qué se ceba así el virus en Europa? Casi nunca hay una sola causa. En parte puede ser que estemos recabando datos, e informando de ellos, con más seriedad que otros muchos países. Dicho de forma coloquial, puede que en otras latitudes no sepamos realmente “cuánto” SARS-CoV-2 hay ni por aproximación. También hay algunos expertos que esgrimen que puede haber factores genéticos que hagan que los ciudadanos europeos estemos más expuestos a sufrir la enfermedad de forma grave. Muy interesante, al respecto, esta entrevista al genetista Luis Izquierdo.
Si bien España cuenta con el dudoso honor de haber encabezado los rankings de fallecimientos y el ritmo en el crecimiento de casos, ya casi nadie se salva y hay países en los que la expansión de la epidemia está, ahora mismo, aún más desbocada que aquí. Podría ser el caso de Francia, donde ayer mismo Macron decretó un confinamiento domiciliario que entrará en vigor mañana viernes. Se trata de un confinamiento prácticamente total aunque no tan estricto como el que vivimos aquí la pasada primavera.
En España hoy siguen acumulándose las noticias sobre comunidades autónomas que se cierran de forma perimetral, incluyendo a Madrid, aunque en nuestro caso la presidenta Ayuso quiere que el cierre solo esté en vigor durante los puentes, el de Todos los Santos y el de la Almudena. En unos casos y otros habrá que ver en las dos próximas semanas si las medidas empiezan a dar resultado o si nos vemos abocados a confinamientos u otro tipo de soluciones más duras.
Hoy nos levantábamos, además, con la noticia de que la gran difusión (y tan homogénea) que está teniendo el virus en Europa puede estar motivada por una nueva variante genética del virus SARS-Cov-2 (lo que se suele llamar una nueva cepa) que podría haberse originado en España durante el verano, y que después habría llegado a otros países europeos transmitida por trabajadores agrícolas. Se trata de un estudio preprint, (de los que tanto abundan últimamente, quizás demasiado) que por lo tanto aún no ha sido sometido a la revisión por pares ni publicado formalmente; y como tal hay que tomárselo.
Sea cual fuera la causa de la virulencia, y nunca mejor dicho, que muestra la transmisión del virus por todo continente, a los ciudadanos nos tranquilizaría, al menos en parte, ver una respuesta coordinada por parte de la UE y países vecinos, aunque se antoja difícil, ya que al parecer ni siquiera un país como España es capaz de unificar criterios en la lucha contra la pandemia. También parece complicado encontrar un país que pueda liderar esta respuesta, o servir como espejo en el cual mirarnos. Alemania ha sido quizás, de entre los países europeos más poblados, quien mejor ha contenido la transmisión, y además están tomando medidas más duras que nosotros, antes que nosotros, pero la situación empieza a ser muy delicada y también han roto su techo de casos.
El refrán dice que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pongas las tuyas a remojar. Viendo que los grandes países europeos se encaminan hacia confinamientos, más o menos estrictos, con más o menos excepciones, tal vez deberíamos prepararnos para ser los siguientes.
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